Medio especializado en ciencia y tecnología. Viernes 11 de agosto de 2023.
El tránsito vehicular es el responsable de más del 70% del ruido ambiental en una ciudad. Esto depende de las características de las vías, del tipo de vehículos (livianos, medianos, pesados, motocicletas), de las condiciones de utilización de la bocina, del estado de la infraestructura urbana, entre otros.
«Estamos hablando del tránsito rodado, también se incluye el tránsito de trenes sobre superficies, metro y el tránsito de aviones. Estas fuentes asociadas al transporte son las que generan mayor exposición y efectos a largo plazo asociados a la pérdida de la calidad del descanso, al estrés y perturbación por ruido continuo», señala el director del Laboratorio de Acústica Ambiental de la Universidad Austral de Chile, Enrique Suárez.
Al ruido generado por el tránsito vehicular se suma el que proviene de fuentes fijas, que también es considerado uno de los mayores emisores. Según el académico UACh: «Son un tipo de fuentes molestas porque tienen asociado a un responsable identificable y se pueden evitar «. También existen otras fuentes de ruido, como las carreteras, ferrocarriles y aeropuertos, y los actos y conductas ruidosas (fiestas en casa, actividades de jardinería, conciertos al aire libre, ferias y vendedores callejeros, sonidos de animales domésticos, fuegos artificiales, etc.)
Normativa
Actualmente, el país cuenta con el Decreto Supremo N°38/2011 del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) para la regulación del ruido generado por fuentes fijas, que establece límites según uso de suelo y horario. «Por ejemplo, esta norma establece un límite máximo para zona residencial en 55 dB en el día y 45 dB en la noche como límite máximo permisible», explica Suárez.
Esta norma se encuentra actualmente en revisión y fue sometida este año a una consulta pública. En conversación con Cooperativa Ciencia, el jefe del Departamento de Ruido, Lumínica y Olores del MMA, Igor Valdevenito, indicó que dicha consulta busca que la norma tenga ajustes para entregar mejor certezas de los límites, que están diferenciados para el día y la noche, pero están diferenciados de acuerdo a las zonas urbanas donde está el afectado: «Hay definiciones ahí que hay que ajustar y también estamos buscando que haya un complemento entre las municipalidades y la Superintendencia del Medio Ambiente para recoger de mejor manera las demandas de la ciudadanía».
Respecto a la normativa que regula el ruido generado por buses de locomoción colectiva urbana y rural, está el Decreto Supremo N°129/2001 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT). Al transporte se añade el Decreto Supremo N°7/2015 del Ministerio del Medio Ambiente que regula la emisión del ruido generado por vehículos livianos, medianos y motocicletas.
«Siempre decimos que el ruido es un contaminante invisible. Si lo pudiéramos ver, a lo mejor estaríamos más conscientes», advierte Valdevenito, quien agrega que los mayores ruidos siempre están vinculados al transporte. «Se dice que el 70% del ruido ambiental es producto del transporte, y la locomoción colectiva es el más grande aporte«, señala Valdevenito.
En este escenario, el jefe del Departamento de Ruido, Lumínica y Olores del MMA advierte que avanzar hacia la electromovilidad es la clave para enfrentar esta problemática: «Como Ministerio del Medio Ambiente estamos apoyando al MTT con el tema de la electromovilidad. Es completamente distinto estar parado al lado de un bus eléctrico frente a uno viejo. En ese sentido, la electromovilidad es una de las grandes soluciones para mejorar el problema del ruido ambiental«.
Transporte público eléctrico
El ruido que proviene de los vehículos tiene origen en el tipo de neumáticos, caminos y propulsiones. «Cuando uno compara un vehículo convencional con uno eléctrico, hace la comparación en el cambio del tipo de propulsión: un motor a propulsión y otro es eléctrico. En general, los motores eléctricos generan menores ruidos y menores vibraciones que un motor a combustión«, señala Cristian García, académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Talca.
El experto advierte que los vehículos eléctricos que circulan a velocidades sobre los 60 km/hra emiten ruido generado por el roce de los neumáticos y los caminos. En este escenario, García advierte que, «el sistema de propulsión de los vehículos eléctricos no tiene una alta injerencia en la minimización de ruido«.
Por el contrario, a bajas velocidades el ruido total disminuye significativamente. «Hablamos de al menos 10 dB de diferencia. En ese contexto, los vehículos eléctricos tienen un plus en condiciones urbanas respecto al ruido acústico que uno puede percibir. Esto en las ciudades es positivo porque se disminuye el ruido acústico significativamente«, plantea García.
A la fecha, según datos de la Dirección de Transporte Público Metropolitano, hay 1.900 autobuses eléctricos en la capital, lo que representa casi un tercio de la flota total de la región. Además, se han implementado 24 electroterminales para cargar los autobuses.
Desafíos pendientes en electromovilidad
Para 2035 se espera que el país logre cumplir la meta de 100% de vehículos eléctricos o cero emisiones. Se trata de una iniciativa que busca apoyar en el compromiso del carbono neutralidad a 2050, en la que el sector transporte representa el 24% de las emisiones de Gases Efecto Invernadero.
Pero para lograr esto, aún quedan desafíos para que la electromovilidad se expanda en la ciudadanía. Uno de ellos tiene que ver con el precio de los automóviles, «que llega a ser 1,8 o 2 veces superior al de un auto a combustión con las mismas características, por lo tanto hay una inversión que no toda la población puede cubrir», señala García.
Otro problema se relaciona con la infraestructura de carga para garantizar que los autos eléctricos se carguen en distintos puntos del país. «Actualmente no hay una red de carga nacional robusta que permita dar esa confiabilidad al usuario. Si bien, en Santiago se están instalando más estaciones de carga, a nadie le gustaría tener un auto que solamente le sirva para vivir en la capital», indica García.
Un tercer desafío tiene que ver con el capital humano necesario para que esta nueva tecnología pueda desarrollarse dentro del país. «Si tengo un problema con un auto eléctrico, ¿quién me va a solucionar el problema? No hay talleres de autos eléctricos masivamente. Hay una formación de capital humano requerida que en algún momento va a ser crítica», advierte el académico de la U. de Talca.
A principios de agosto, el Gobierno dio a conocer la hoja de ruta para la electromovilidad en Chile, que busca generar las condiciones para materializar las metas comprometidas en las Estrategia Nacional de Electromovilidad. Este plan contempla 4 medidas concretas:
- Buses eléctricos para Antofagasta, La Serena-Coquimbo, Concepción y Copiapó y 1.000 nuevas unidades de Red Movilidad.
- Despliegue de cargadores públicos en todo el país.
- Becas de formación para trabajos relacionados con la electromovilidad.
- Regulación para remover barreras y acelerar la electromovilidad.
Efectos sanitarios
La exposición prolongada al ruido tiene distintos efectos, explica Enrique Suárez. Uno de ellos es en la salud física o biológica, centrados en problemas de riesgos de enfermedades al corazón, dolores de cabeza, pérdida de la concentración, malestar y mareos: «Es un efecto acumulativo en sistemas de descanso cuando la calidad de sueño es interrumpida por el ruido ambiental«.
«El segundo tipo de efecto apunta a la salud mental, donde el ruido es un factor estresante. Hay pérdida del bienestar, aumenta el desorden en actividades que requieren concentración, y aumento del nerviosismo», advierte el académico UaCh.
Además, el ruido puede provocar pérdidas auditivas temporales o permanentes en cualquiera de sus grados. Está comprobado que, a exposiciones intensas al ruido, la pérdida de capacidad auditiva puede convertirse en sordera. Se producen sorderas transitorias a causa de exposiciones prolongadas a niveles de 50 a 60 dB, o bien por exposiciones puntuales a ruidos de impacto.
Sin embargo, aumentando el umbral de exposición hasta los 75 dB en casos prolongados o hasta los 110 dB de manera puntual, pueden aparecer lesiones en el oído, produciéndose sorderas permanentes y no recuperables que suelen venir acompañadas de otros efectos, como vértigos o estrés.