DIARIO LAS ÚLTIMAS NOTICIAS: Nuevo paisaje acústico de Chile: perdimos el sonido del bar y recuperamos el canto de los pájaros.
Diario Las Últimas Noticias. Jueves 25 de junio de 2020.
Especialistas en sonido y acústica dicen que al estar más caseros distinguimos sonidos que antes no escuchábamos
«Pero hay un sonido particular al que estábamos acostumbrados y no nos dábamos mucha cuenta, que es el ruido de tumulto», dice Felipe Silva, ingeniero en sonido de la banda Lucybell.
FUENTE: http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2020-06-25&PaginaId=14&bodyid=0
¿Se ha fijado cómo ha cambiado el paisaje sonoro ahora que usted está más casero? Se echa de menos el ruido de su bar regalón y el de los niños jugando. «Hemos perdido muchos ruidos que eran incómodos, como las micros, los autos y las construcciones, predominantes en Santiago durante el día. Pero hay un sonido particular al que estábamos acostumbrados y no nos dábamos mucha cuenta, que es el ruido de tumulto. En el centro principalmente ya no se escuchan esos ruidos correspondientes a grandes cantidades de gente conversando y en muchos barrios han desaparecido los vendedores que pasaban gritando por afuera de las casas», dice Felipe Silva, ingeniero en sonido de la banda Lucybell que creó una empresa de sanitizaciones. «Esos sonidos que han desaparecido de la ciudad, nos han dado la posibilidad de escuchar otras cosas, o ponerles más atención: los sonidos de animales como pájaros, perros y gatos, principalmente. O las voces de los vecinos, que muchas veces ni conocemos y que, por el silencio general de la ciudad, ahora las escuchamos claramente».
Más silencio en los barrios
Resalta que «los ruidos que más extraña son los relacionados a las celebraciones, ya sea ir a un bar o a una fiesta, pero hay otros a los que estábamos muy acostumbrados, por ejemplo, el de los niños jugando fútbol en la calle, que además son ruidos que dan un ambiente distinto a la vida cotidiana, dan un ambiente como de hogar. En materia de sonido, el aporte que ha tenido el confinamiento ha sido el de otorgar más silencio a los barrios. Eso también implica que ahora es más fácil escuchar cosas que estén pasando mucho más lejos de nuestros hogares. Si hay alguien escuchando música fuerte en el edificio que queda a dos cuadras del mío, ahora si lo voy a escuchar. Dependiendo de donde uno vive, los sonidos que se intensifican son distintos. En áreas con menores aglomeraciones y alambrados públicos vamos a escuchar más pájaros, o el sonido del viento o la lluvia. En cambio, en lugares más aglomerados vamos a oír las discusiones y las distintas actividades de nuestros vecinos antes que a la naturaleza», aporta el ingeniero en sonido.
Ambiente sonoro
«En general, los niveles de ruido han bajado de una situación normal, dependiendo del lugar, entre 6 y 10 decibeles. Al tener menos ruido también somos capa-ces de distinguir sonidos que antes no es-cuchábamos», dice Enrique Suárez, doctor en acústica y académico del Instituto de Acústica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral de Chile, y miembro de la Sociedad Chilena de Acústica (Socha). Comenta que al bajar esos valores de decibeles «en nuestros barrios empezamos a distinguir sonidos que estaban enmascarados por otras fuentes sonoras como el tráfico. Un ejemplo, la presencia de aves en los árboles que se comunican de mejor manera porque el ruido ambiental no interfiere con sus distintos sistemas auditivos y las oímos con más claridad. La percepción subjetiva de todos, unos más y otros menos, es que el ambiente acústico ha cambiado». Uno de los sonidos ambientales que se han perdido es el que se genera en restaurantes, cafeterías y bares. Suárez reconoce que circulan grabaciones con este tipo de sonidos donde las conversaciones, vasos que chocan y risas corresponden a un paisaje sonoro. «Es un entorno que nos evoca emociones y sentimientos, el momento agradable de compartir, de distraernos y es parte de nuestra experiencia», precisa.
Sacar a cien y a mil
La académica Constanza Ipinza, arquitecta y master en ingeniería acústica de la Usach, confirma que el ruido ambiental bajó en 75% en la noche y 35% en el día. Respecto del paisaje sonoro, agrega que «ha desaparecido el ruido del ambiente urbano como por ejemplo el sonido de los niños jugando en las plazas, el chirriar de los columpios. Se empieza a notar el sentimiento de soledad de vivir en una ciudad, hay pérdida de la identidad sonora del paisaje cotidiano. Por ejemplo, en el paseo Ahumada no se siente el grito del sacar a cien, sacar a mil, se están perdiendo los gritos de los feriantes, ya no se escuchan los gritos de los niños en las plazas, por ejemplo. Sí, aparecen los cantos de las aves y quienes viven cerca de humedales como en Batuco escuchan a las gaviotas y quienes viven cerca de cursos de ríos, del mar, escuchan con mayor nitidez el ruido del agua»
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